Películas B

Las producciones más geniales del séptimo arte

Subiendo un poco el nivel del cine reseñado recientemente, en esta oportunidad hablaremos de un giallo muy especial, puesto que se trata de una producción española y no italiana (si bien fue rodado en la ciudad de Milán); dirigida por León Klimovsky y con el libreto y el papel principal a cargo del gran Paul Naschy.


Lo primero que debo comentarles en cuanto a esta película es una curiosidad respecto a la existencia de dos versiones de idéntica duración, teniendo como única diferencia la presencia de desnudos en la edición internacional al tiempo que en la versión española los actores en esos momentos aparecen con ropa interior. Encontrarán imágenes comparativas con todas las escenas en cuestión visitando Movie-Censorship y si quieren saber mi opinión, me parece una tontería en ambos casos. Por un lado el hecho de que existiera una censura tal en España bajo la dictadura de Franco que fuese tan grave mostrar un pezón aquí y un seno por allá, y por el otro, que siguiendo esa corriente de los años '60 y '70 se le diera tanta importancia a unos desnudos que nada aportan a la trama.

En la versión internacional esta es una de las escenas en las que el espectador recibe una dosis del llamado "Tits 'n' Ass".

Entrando en materia respecto al argumento de Una libélula para cada muerto, la historia es la habitual que puede esperarse de un giallo. Un asesino de identidad desconocida, con esos guantes negros tan característicos del género, aterroriza a la ciudad y la tarea del protagonista es identificarlo y detenerlo. En este caso el asesino tiene objetivos muy específicos y él mismo afirma que está realizando una limpieza de la ciudad, librándola de drogadictos, prostitutas, homosexuales y otros individuos a los que considera corrompidos.


El bueno de la historia es Paul Naschy, quien interpreta al inspector Paolo Scaporella, un malencarado oficial de policía tan cargado de clichés que incluso lo muestran bañándose con el cigarrillo en la boca. Él, con algo de ayuda de su esposa Silvana, tendrá que capturar a este asesino sin más pruebas que las libélulas ensangrentadas que deja junto a cada víctima y un peculiar botón que perdió accidentalmente en una de las escenas de sus crímemes.

Seguro pensaron que exageraba con lo del cigarrillo, ¿eh?

Así pues, veremos a Paul Naschy enfrentarse hasta a neo-nazis en su búsqueda por la verdad detrás de estas muertes que se acumulan en su despacho y que lo tienen a él y a su jefe en el punto de mira ante la falta de resultados en la investigación. Con la sospecha de que el asesino pudiera ser alguien de su círculo de amistades, algo con lo que juegan Klimovsky y Naschy a lo largo de la película, las víctimas se suceden hasta revelarse finalmente la identidad del autor de estos asesinatos.


Si bien irrelevante para el argumento, uno de mis momentos preferidos fue cuando un tipo con aspecto de tramposo le exige más dinero al profesor Sandro Campitelli amparándose en un simple comentario: "La necrofilia es un vicio caro, profesor". Así que estén preparados a pagar si comparten los gustos del incomprendido profesor.


Una libélula para cada muerto se encuentra editada en DVD solamente en su versión censurada, quienes prefieran ver los desnudos tendrán que conformarse con un VHS doblado al inglés y que se conoce bajo el nombre de A Dragonfly for Each Corpse.

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