El argumento de esta cinta haría que el mismísimo Al Adamson se sintiera orgulloso. Como en la mayoría de las películas de luchadores, los primeros minutos están dedicados a un combate; algo justificado en esta oportunidad ya que un detective de la Policía le ha pedido a Mil Máscaras que los ayude a descubrir la identificar a un posible criminal que se encuentra en el cuadrilátero.
Lo que en un principio pareciera ser una típica historia de crimen aderezada con momentos de acción gracias a algunos combates, sufre un abrupto cambio con la inclusión de una escena en donde dos jóvenes recogen en la vía a dos simpáticas señoritas y las llevan de regreso hasta su casa en San Ángel. Allí, de un solo golpe, se justifica el título de esta historia: en ese viejo caserón no habita nadie más que unas momias y su amo.
Como el mundo es un pañuelo y el director necesitaba enlazar una historia con la otra, la casa de las momias es propiedad del ahijado de Mil Máscaras, quien acaba de casarse y decide mudarse a ese lugar para convertirlo en su nidito de amor. Durante la madrugada de su primera noche de estadía, la pareja de recién casados es despertada por unos tenebrosos ruidos y al ir a investigar presencian la recreación de un evento ocurrido en la época de la colonia.
Posteriormente llega a ese mismo sitio la banda de ladrones que está siendo perseguida desde el inicio de la película, (para ellos también el mundo es un pañuelo) y minutos más tarde hacen acto de presencia Mil Máscaras y su fiel compañero.
Lo mejor:
- La cicatriz en el rostro de "El Cortado"
- La dramática sobreactuación de los dos jóvenes al quedar encerrados en el cuarto de las momias.
- El traje de bailaor de Mil Máscaras.
Lo peor:
- El interminable final cuando todos los buenos llevan una antorcha en la mano y en lugar de prenderle fuego a las momias optan por mantener una pelea cuerpo a cuerpo.
IMDb
No hay comentarios:
Publicar un comentario