Abrimos tardíamente el mes de septiembre con esta poco conocida co-producción hispano francesa dirigida por Alejandro Martí, en la que sería su segunda y última oportunidad ejerciendo ese rol. Al momento de escribir esta reseña,
El secreto de la momia egipcia no se encuentra disponible en DVD y me atrevo a decir que la única forma de verla es a través de este viejo VHS que llegó a mis manos, presenta una imagen regular y un audio que tuve que poner al máximo para entender lo que hablaban.
La historia inicia con un presunto egiptólogo llamado James Barton (Frank Braña) que se dirige hacia el castillo Dartmoor buscando investigar sobre las momias que posee el conde que allí habita (Jorge Rigaud). En el camino se topa con dos mujeres, la más joven casi en estado catatónico, y la mayor le explica que no la conoce, solo sabe que un día llegó gritando y llorando proveniente de ese mismo castillo al que él desea ir y que ni siquiera los más valientes se atreven a acercarse a ese lugar.
Si alguien pone en duda tu profesión, nada mejor que llevar un papelito que lo acredite.
Consigue al castillo en un estado de casi total abandono y solamente hay un taciturno sirviente que se presenta como John pero sin prestarle demasiada atención. James Barton se abre paso por sí mismo y llega a la sala en donde se encuentra el conde Dartmoor, quien gracias a su capacidad para leer las mentes humanas descubre que Barton en realidad es un policía investigando las desapariciones que han tenido lugar allí. El escepticismo de Barton ante la amenaza del conde de convertirlo en estatua da lugar a que este nos dé una exhibición de animación en
stop motion al tomar un palo de madera y convertirlo en serpiente como muestra de su poderío.
Barton asqueado con los efectos especiales.
Luego de esa tensión inicial, Dartmoor suaviza su postura y le dice a Barton que lo considera un emisario enviado por el destino y que le relatará todo lo que ha ocurrido en el castillo. Así que la historia que encierra El secreto de la momia egipcia es contada mayormente en retrospectiva y desde el punto de vista del conde.
Empieza relatando su historia desde el momento en el que adquirió un sarcófago egipcio en el Valle de los Reyes y, para sorpresa suya y de su fiel criado, lo que contenía no era el habitual cadáver envuelto en vendas sino un cuerpo perfectamente preservado. En el sarcófago había además un manuscrito, el cual después de muchas horas de trabajo consiguió descifrar para desvelar el misterio detrás de esa momia.
Se trataba del hijo descarriado de un gran sacerdote, a quien le cortaron la lengua y fue sentenciado a muerte por sus actos. No obstante, su padre consiguió evitarlo poniéndolo en un estado de catalepsia y embalsamándolo sin retirarle las vísceras, con la esperanza de que pudiera ser revivido unos milenios más tarde.