La mayor curiosidad con esta película es la que anuncian en su poster: la presencia de una señal de alarma que suena justo antes de las escenas violentas para que el espectador sensible tenga tiempo de taparse los ojos y no ver nada sangriento; en el momento que todo regresa a la normalidad se oye un timbre para avisarle que ya puede seguir viendo. Lamentablemente para nuestras preferencias, el gore es mínimo y solo se ve al asesino blandiendo un arma y posteriormente la víctima cubierta de sangre. De todas maneras, para aquellos a quienes le moleste el sonido de advertencia, el DVD incluye una segunda pista de audio sin él.
Pero el timbre y el nombre de Ivan Reitman no son los únicos aspectos dignos de mención en Cannibal Girls. El hombre en la pareja de novios que llega a Farnhamville a pasar unos días de descanso es nada más y nada menos que Eugene Levy, el señor Levenstein y padre del protagonista en American Pie. Debo admitir que de no haber visto su nombre no lo habría reconocido jamás.
Por culpa de un desperfecto mecánico en su auto estos dos jóvenes enamorados a duras penas logran arribar a Farnhamville, por lo que deciden rentar una habitación en un hotel mientras revisan el vehículo en el taller del pueblo. La dueña del hotel (May Jarvis) aprovecha la ocasión para contarles una terrorífica leyenda local sobre una vieja casa en donde supuestamente habitaban tres jóvenes caníbales que, bajo las órdenes de un excéntrico reverendo (Ronald Ulrich), se valían de su belleza para seducir a hombres incautos y luego saciar su apetito.
El relato cala profundamente en Clifford (Eugene Levy) y Gloria (Andrea Martin) y movidos por la curiosidad y el morbo visitan el lugar, en el cual ahora opera un restaurante. La sorpresa que les depara el destino es que son recibidos por el reverendo Alex St. John y de las labores culinarias se encargan sus tres chicas antropófagas. Creo que bien pueden imaginarse el resto.
La historia no es del todo coherente y a pesar de su corta duración la película por momentos se hace lenta debido a algunas escenas con diálogos aburridos o subtramas irrelevantes. En parte esto se debe a que los diálogos de Cannibal Girls fueron improvisados por los actores a partir de las instrucciones dictadas por Daniel Goldberg y Ivan Reitman siguiendo la historia original de Robert Sandler. A pesar de ello la pareja protagonista no lo hace nada mal y tres años más tarde volvió a coincidir en la serie canadiense Second City TV, comedia en la que también participó el ya fallecido John Candy.
Lo anterior sumado al hecho de ser una película de caníbales casi sin gore hace que no sea una producción memorable; pero de todas maneras no está de más verla si les ocurre como a mí que disfrutan viendo los primeros trabajos cinematográficos de personas que después alcanzaron la gloria en Hollywood.
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