No había reseñado ninguna otra película en los últimos días porque me encontraba en una lucha personal por ver After Last Season, una película dirigida por Mark Region y de la que solamente había leído los peores comentarios en las distintas páginas que frecuento.
Ya a estas alturas de la vida estoy acostumbrado a que me mencionen determinada película acompañada por una serie de razones que la sentencian a ser la peor de la historia, para posteriormente verla y concluir que no es tan mala y que a su manera posee cierto encanto. Pero con After Last Season me faltan las palabras, simplemente digamos que si algún día me detectan un cáncer sabré que me lo causó esta película.
Los lectores habituales de este blog pueden dar fe de que no acostumbro cuestionar la calidad de estas producciones porque por lo general bastante hacen con el poco dinero que manejan, es más, casi siempre encuentro algunos elementos resaltantes que me permitan recomendárselas a todos ustedes. Sin embargo After Last Season es precisamente el caso opuesto.
Mira que hay que ser un desgraciado para gastarse 5 millones de dólares en una película donde toda la escenografía es de cartón, el audio suena como si lo hubiesen grabado con el micrófono de un celular y los efectos de las imágenes generadas por computadora son como si mezclaran WordArt con las autoformas de Office.
¡Ay, las imágenes! Ese es un punto fuerte de la trama, o al menos eso supongo yo porque se van unos 40 minutos viendo cómo los protagonistas (Matthew y Sarah) intercambian pensamientos telepáticamente con la ayuda de unos chips. Pero ese es un detalle que a ustedes no debería importarles mucho, acá lo que nos atañe es analizar la profesionalidad y el modernismo que transmiten dichas imágenes: