La última reseña del mes de agosto le corresponde a una extraña y no tan conocida película mexicana titulada Una rata en la oscuridad, con argumento y dirección de Alfredo Salazar, de quien ya hemos hablado en este blog con El Charro de las Calaveras y Santo en El tesoro de Drácula.
A una vieja mansión que da la impresión de haber estado deshabitada por mucho tiempo se mudan Josefina (Ana Luisa Peluffo) y Sonia (Anaís de Melo), dos hermanas huérfanas que han gastado todos sus ahorros en adquirir esa nueva propiedad. La relación entre ellas es un tanto extraña, puesto que una noche vemos a Sonia recibir desnuda a Josefina para que le dé un masaje, mientras ella le pregunta a Josefina si se ha mantenido soltera solo por estar con ella, a lo que la hermana mayor le responde con otra interrogante, manifestándole su preocupación de que a ella pareciera no interesarle los chicos. Salazar no se anima a profundizar el tema del incesto, pero deja eso ahí en el aire (o quizás yo tengo la mente sucia y ya).
Los primeros días transcurren con tranquilidad, pero inesperadamente una noche Sonia recibe la visita de la enigmática mujer cuyo retrato las había cautivado al entrar en la casa por primera vez y a partir de ahí nada vuelve a ser igual. Sonia empieza a percibir cosas, sienten que la tocan y poco a poco se va distanciando de Josefina, quien en un primer momento se mantiene ajena a todo lo que experimenta su hermana menor, sintiendo únicamente los fuertes temblores que afectan a la propiedad con cada manifestación sobrenatural.
Una rata en la oscuridad podría ser descrita como una película erótica de terror, porque dos escenas que ocupan bastante del metraje de la película corresponden a los momentos en que la fantasmal mujer del cuadro seduce a cada una de las hermanas y tiene relaciones sexuales con ellas. ¿Qué ocurrirá luego? ¿Surgirá una rivalidad entre Josefina y Sonia por el amor del espectro? ¿Harán tríos de ultratumba?