El día de hoy hablaremos de una película mucho más seria de lo que solemos reseñar en este espacio, pero siento que vale la pena dedicarle unas líneas a un largometraje que a pesar de haber sido producido por los míticos estudios Hammer no se encuentra entre los títulos más conocidos de la compañía británica ni cuenta con un reparto de estrellas, destacando solo los nombres de Kerwin Mathews y Donald Houston.
Maniac da inicio violentamente con un grupo de adolescentes, tres jóvenes y una chica, que se despiden una vez culminada la jornada escolar. La chica se desvía para emprender el camino a casa y se topa con Janiello (Arnold Diamond), un vecino del pueblo que amablemente le ofrece un aventón. Lo que va a suceder a continuación no solo le resulta evidente al espectador, sino que uno de sus amigos también lo sospecha y decide seguir el vehículo en su bicicleta. Al descubrir a Janiello abusando de Annette, corre a buscar al padre de la joven y este no se lo piensa dos veces para tomarse la justicia en sus manos.
Para la siguiente escena han transcurrido ya algunos años desde la violación y ahora Annette (Liliane Brousse) se encarga junto a su madrastra del negocio familiar: un bar y pensión en La Camarga, una región costera al sur de Francia. El padre por su parte se encuentra ahora en un hospital psiquiátrico, luego de que la justicia determinara que su acción de matar a Janiello quemándolo con un sopleta fuera un brote de locura. A ese lugar llega casi accidentalmente Jeff Farrell (Kerwin Mathews), en un principio solo de paso antes de continuar hacia Niza con Grace (Justine Lord); pero una pelea con su pareja le hace cambiar de planes y opta por instalarse una temporada en La Camarga.
Si bien en un primer momento Jeff centra su atención en la tímida Annette, la más experimentada Eve (Nadia Gray) no demora demasiado en seducir al estadounidense, rompiéndole el corazón a su pobre hijastra. Tras unas semanas de tórrido romance surge el inevitable tema de la imperiosa necesidad de deshacerse del marido para poder ser felices; pero no a través de ese rutinario recurso de asesinarlo porque va a ser puesto en libertad sino más bien desde un enfoque de lo más humanitario: el plan es ayudarlo a fugarse del manicomio y llevarlo a un puerto para que pueda escapar e iniciar una nueva vida. Darle la libertad a un paciente psiquiátrico a cambio de quedarse con su mujer. ¿Qué podría salir mal?