La segunda reseña del mes de octubre le corresponde a un favorito de los lectores de este blog, como lo es el cine mexicano, en esta oportunidad con otra historia de vampiros con La dinastía Drácula, de la mano de Alfredo B. Crevenna a quien ya tuvimos en este espacio hace casi 2 años con El pueblo fantasma.
La película comienza en el año 1595 en plena ejecución de un hereje por parte de la Santa Inquisición. El pecador es Antonio de Orlaff (Kleomenes Stamatiades), duque de Talavera y señor de Montovanes, acusado de satisfacer su sed con sangre humana, practicar maleficios, sacrificar doncellas e invocar al Maligno. También recibe el cargo de practicar brujería porque los testigos afirman haberlo visto convertirse en perro, lobo, tigre y humo. Debido a la naturaleza de sus actos no es condenado a la hoguera como era costumbre sino ejecutado clavándole una estaca en el pecho y sepultado en tierra no consagrada.
De todo aquello fue testigo Madame Kostov (Erika Carlsson), quien juró que cuando hubieran transcurrido 300 años volverían en la primera luna llena para así reinar juntos nuevamente. Lo que nos lleva a la época en la que se ambienta La dinastía Drácula, finales del siglo XIX, concretamente durante el año 1895, momento en el cual Madame Kostov vuelve a México con el interés de adquirir la hacienda en representación del barón Van Helsing.
Bueno, si esta mujer trabaja para Van Helsing entonces no hay nada que temer, ¿no? ¡Craso error, estimados lectores! Para no levantar sospechas estos vampiros son tan astutos que han decidido ocultar su identidad empleando el nombre de quien ha sido uno de sus enemigos más famosos. Pero su llegada a tierras mexicanas coincide con la muerte de varios habitantes del pueblo, todos ellos hallados sin una sola gota de sangre en su cuerpo y con las características y temibles marcas de colmillos en su cuello.
Más allá de estos deslices con algunos habitantes de poca importancia, el barón Drácula (Roberto Nelson) se comporta como todo un caballero con los dueños de la hacienda y en un primer momento intenta comprar la propiedad de forma civilizada. No obstante, ante las negativas de don Carlos Solórzano (Rubén Rojo) y doña Remedios Montovanes de Solórzano (Magda Guzmán), decide recurrir a los métodos que mejor conoce y una noche hace que doña Remedios caiga en un profundo trance y siga los pasos de su antepasado Antonio uniéndose a la dinastía.