Películas B

Las producciones más geniales del séptimo arte

Probablemente Eegah sea una película sobre la cuál ya habrán leído en infinidad de páginas y por esa razón inicialmente no era mi intención reseñarla, pero tras haberla visto me resulta imposible no dedicarle unas líneas.


Lo primero que me llama la atención es que no sé dentro de qué género catalogarla. En IMDb se aventuraron a clasificarla como un musical y cine fantástico, al tiempo que en FilmAffinity coinciden con el atributo fantástico y agregan la etiqueta de terror. Lo mismo pudieron describirla como comedia no intencionada y no habría sido incorrecto.

Para quienes no están familiarizados con el argumento de Eegah, todo comienza con una jovencita llamada Roxy que se dirige en auto a pasar la noche en el club, paseo que se ve interrumpido cuando en la carretera se le atraviesa un aterrador gigante peludo. Roxy es bastante tozuda y no deja en paz a su papá y a su novio hasta que estos finalmente acceden a perseguir al gigante con el que ella se topó, si bien ellos no están del todo convencidos de su existencia.


No me quedó claro en qué ciudad de los Estados Unidos se desarrolla la película, pero por lo visto se trata de un lugar mágico al sur de California en el que colindan la civilización y un desierto inhóspito que le sirve de guarida a un cavernícola gigante, quien habita en una acogedora cueva en compañía de los cadáveres momificados de sus antepasados.


Después que el trío de protagonistas ubica en la arena unas huellas gigantes y en consecuencia el relato de Roxy adquiere veracidad, su padre, Robert Miller, decide ir por su cuenta en busca de esta misteriosa criatura, con tal mala suerte que es la criatura quien lo encuentra a él y termina de prisionero en su cuevita del horror.

Roxy y Tom Nelson, su novio, son tan torpes como el señor Miller y no hace falta mucho esfuerzo para que Tom pierda a Roxy en un descuido, siendo esta capturada por la criatura tal y como le ha ocurrido a muchas otras mujeres a lo largo de la historia del cine. El rapto sirve al menos para que la hija se reencuentre con su padre y para que ella afeite a Eegah, que es el nombre que le asignan al gigante por ser el vocablo que repite con mayor frecuencia.


Esos momentos en la caverna nos dejan una escena memorable en la que Roxy ve un dibujo en la pared y dice "Papá, mira este dibujo. Soy yo en mi auto". Ustedes posiblemente no me vayan a creer, pero esta es la obra en cuestión:


Con Roxy paseándose de aquí para allá con una falda diminuta, era cuestión de tiempo para que a Eegah se le despertaran los instintos más básicos e intentara tomarla por la fuerza, consiguiendo únicamente perder a sus dos presas.

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