Si bien en este blog predominan las películas de terror y ciencia ficción, el día de hoy reseñaremos una película mexicana de carretera que viene a ser una combinación de acción y drama. Se trata de El cafre, dirigida por Gilberto Gazcón y con Joaquín Cordero en el papel principal. Fue filmada en 1983 pero no estrenada hasta 1986 según indica el libro Cartelera cinematográfica, 1980-1989 de María Luisa Amador y Jorge Ayala Blanco.
El cafre vendría a ser como la versión mexicana de Sorcerer (película que tal vez recuerden por su título en español, El salario del miedo, y que a su vez es versión de una película francesa de Henri-Georges Clouzot), al menos en lo que a la idea general se refiere. Pedro Rojas (Joaquín Cordero) es un camionero que necesita urgentemente 250 mil pesos para poder pagar la hipoteca de su casa o de contrario la perderá, su amigo Don Matías (Miguel Manzano) apenas ha podido conseguirle 90 mil, pero tiene un contacto que necesita llevar una carga ilegal desde la frontera hasta ciudad de México y le pagaría 400 mil pesos por el trabajo.
Pedro Rojas se niega tajantemente pensando que se trata de droga. Aunque después le explican que es un compuesto químico a base de nitrato que no tiene permiso de importación y que requieren en un laboratorio de la capital mexicana. La necesidad puede más que la prudencia y finalmente accede a transportarlo en su camión.
En el viaje lo acompañará el ingeniero químico Carlos Cuenca (Ramiro Oliveros), quien se encargará de supervisar en todo momento que la presión y la temperatura del compuesto estén dentro del rango permitido. En un primer momento nuestro protagonista no es informado sobre los detalles al respecto, pero más adelante en la historia sabremos que el compuesto en cuestión es GCN323, conocido bajo el divertido nombre de gelatinita, y que generaría una gran explosión que arrasaría con todo en 10 km a la redonda si la temperatura del contenedor supera los 20 grados centígrados.
¿Y qué creen? El sistema de refrigeración empieza a fallar una vez que ya han transcurrido un buen trecho y nuestros protagonistas deben improvisar con bolsas de hielo que se derriten rápidamente debido a las altas temperaturas del desierto.