Películas B

Las producciones más geniales del séptimo arte

Ha pasado mucho tiempo desde la última película asiática que reseñamos y hoy visitaremos nuevamente ese continente y en concreto Japón con Datsui-mâjan batoru rowaiaru o, como es conocida en el mercado internacional, Strip Mahjong: Battle Royale.


A partir del título de la película podemos inferir en líneas generales el argumento de la película: así como en occidente muchos estarán familiarizados con el concepto de strip poker, en el que los participantes se despojan de prendas de ropa conforme van perdiendo partidas, en este caso es la misma dinámica pero con mahjong en lugar de un juego de cartas. La inclusión de Battle Royale en el nombre me hizo pensar en una lucha hasta la muerte y no estaba equivocado.


Cuatro jovencitas despiertan encadenadas en un sitio de aspecto clandestino e inmediatamente un histriónico presentador llamado McKato anuncia que estamos listos para presenciar un nuevo torneo de strip mahjong en el que la ganadora recibirá un premio de 10 millones de dólares. La competencia parece emitirse a través de una señal clandestina de televisión y el programa es financiado por sus selectos televidentes. Si bien lo menciona de pasada y ninguna de las participantes pareciera captar el significado de sus palabras, agrega que solo la ganadora podrá salir de ahí.


McKato no lleva el programa por sí solo sino que es acompañado por una señorita de comportamiento infantil llamada Ranran Tachibana, quien lo ayuda con la animación, y por un misterioso encapuchado, quien viste una diminuta tanga y lo ayuda a infligir los castigos. El formato es similar al de diversos programas de concursos provenientes de Japón que hayan podido ver en YouTube.


El motivo por el que estas indefensas mujeres se encuentran ahí es explicado por McKato antes de iniciar el certamen. Todas ellas se han visto involucradas en el mundo del mahjong online y han acumulados millones de yenes en deuda; el programa le ofrece a la ganadora la posibilidad de condonar su deuda además de llevarse un jugoso premio.


En mi caso no domino las reglas del mahjong, a duras penas identifico las piezas, me pregunto si me hubiera ayudado a disfrutar más de una película que es una extensa partida de mahjong interrumpida por escenas de striptease, pero si bien no comprendía por qué ganaba una u otra, lo demás se entiende por sí solo cuando lo que queda es ir a una jaula para desnudarse.

En un primer momento las propias chicas se encargan de despojarse de sus prendas pero una vez llegados a la ropa interior una música tropical da paso algo llamado McKato Lingerie Time en el que el entusiasta presentador se vale de toda clase de artilugios para despojar a las participantes de sus prendas. En el caso de Mirai, por ejemplo, emplea unas tenazas para retirarle el sostén.

El día de hoy toca hablar una vez más de cine mexicano y, como suele ser habitual en este blog, una vez más los protagonistas de esta película alternan el cuadrilátero con peligrosas aventuras. Se trata de Leyendas macabras de la Colonia, de Arturo Martínez, en la que reúne a Mil Máscaras, Tinieblas y El Fantasma Blanco en un viaje en el tiempo en el que tendrán que enfrentarse a una poderosa bruja durante la época de la inquisición española en México.


Tinieblas se dirige a una tienda de antigüedades con el fin de adquirir una pintura para adornar su casa y elige un cuadro que el propio vendedor le advierte que está embrujado. Sus dueños previos afirman que a la medianoche de una noche con luna llena las figuras del cuadro cobran vida y ocurren cosas extrañas. Nuestro intrépido luchador se burla de tan disparatado relato y más bien lo toma como un incentivo para llevárselo.


Al igual que en otras películas de luchadores, lo siguiente es una larga secuencia en el ring con un combate por parejas en el que se enfrentan Mil Máscaras y Tinieblas contra una pareja de obesos retadores. La muchedumbre eufórica celebra el triunfo de los favoritos y ellos por su parte se retiran al apartamento de Tinieblas para festejar junto al Fantasma Blanco y dos lindas señoritas.

Da la casualidad que esa noche de pelea es además una noche de luna llena y la reunión se prolonga hasta la medianoche, momento exacto en el que empieza a emanar una especie de humo o neblina desde el cuadro y cuando se disipa descubren que se hallan en otro lugar. Nuestros habilidosos e inteligentes luchadores rápidamente determinan que se encuentran a comienzos del siglo XVI y que el cuadro tiene que haber sido el responsable de ese viaje en el tiempo.


Si en el presente unos grandulones enmascarados no pasan desapercibidos imagínense ustedes la impresión que causan entre los habitantes de la colonia. No ayuda que apenas al llegar al pueblo dobleguen a un grupo de soldados españoles que pretendía detener a una mujer a la que acusaban de brujería. Algo que posteriormente demuestra ser una torpeza porque la mujer en efecto resulta ser una poderosa bruja y tendrán que hacerle frente si desean volver al año 1973.


La bruja en cuestión es doña Luisa (Lorena Velázquez), una mestiza que algunas reseñas mencionan como hija de Hernán Cortés y la Malinche, pero eso en ningún momento es mencionado en la película y representaría un anacronismo considerando la época en la que se encuentran. Pero más allá de cuál sea la identidad de su madre, lo que importa es que fue ejecutada por la Santa Inquisición, sin embargo, gracias a sus pactos con Satanás en cada plenilunio revive durante unas horas. ¿Y qué creen? El punto del pasado al que viajaron nuestros héroes también es un día de luna llena.

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