La segunda reseña del mes de agosto corresponde a una película mexicana que goza de cierta fama y es considera de culto por los amantes del género. Se
trata de El vampiro, dirigida por Fernando Méndez y producida por Abel Salazar, quien además interpreta a uno de los personajes principales de la historia, el doctor Enrique.
La historia comienza en una estación de trenes en un pequeño poblado mexicano al que arriban el ya mencionado doctor Enrique y una joven llamada Marta (Ariadna Welter). También es descargada en esa estación una gran caja de madera con tierra proveniente de Hungría. Los expertos en el tema de vampiros inmediatamente sabrán por dónde van los tiros.
El motivo de la visita de Enrique al lugar no queda claro en un principio, pero Marta ha llegado la más rápido que pudo para visitar en la hacienda de Los Sicomoros a la tía que la crió, cuya salud se ha deteriorado rápidamente y de la que se espera un trágico desenlace en cualquier momento.
Mientras ella y Enrique se las ingenian para llegar a la hacienda, debido a que ninguno de los habitantes del pueblo se atreve a salir cuando cae la noche y no hay quién los lleve, pasamos a la escena del entierro de la tía María Teresa (Alicia Montoya), quien finalmente no resistió hasta la llegada de su sobrina. Durante el sepelio vemos una placa sobre un tal conde Karol de Lavud, fallecido en 1840. Un elemento que será de gran importancia para el resto de la trama.
Finalmente Marta y Enrique llegan a la hacienda y son recibidos por Anselmo (José Chávez) y don Emilio (José Luis Jiménez), tío de la joven. Instantes más tarde aparece en escena su tía Eloísa (Carmen Montejo), quien para sorpresa de la propia Marta no ha envejecido nada desde la última vez que la vio hace años e incluso pareciera ser de su misma edad. Sin embargo, apenas si puede pensar en ello porque esta le comunica las malas noticias respecto a la tía María Teresa.