Películas B

Las producciones más geniales del séptimo arte

Por increíble que parezca esta es apenas la segunda película del gran Boris Karloff de la que hablamos en este blog y la primera fue hace ya casi 7 años, cuando comentamos su breve paso por México con House of Evil. Hoy damos el primer paso para enmendar esa omisión con The Man With Nine Lives, perteneciente a una etapa más temprana de su carrera. No es uno de sus trabajos más conocidos pero a mí me ha gustado mucho, una excelente historia de ciencia ficción típica de la época, centrada en la figura del científico obsesionado con alcanzar sus metas sin importarle lo que tenga que hacer para conseguirlo.


Todo comienza con la labor del doctor Mason (Roger Pryor) en una técnica llamada terapia de congelación, con la cual piensa combatir exitosamente enfermedades congelando a los pacientes para posteriormente reanimarlos una vez que hayan sido curados. Algo similar a lo que hoy conocemos como criónica y que ya vimos en Frozen Alive, pero pensado en períodos más cortos de tiempo.

Como pueden ver, el procedimiento es bastante rudimentario.

El mundo de la ciencia es en ocasiones ingrato y lleno de reveses. En este caso, para el doctor Mason el aplauso inicial rápidamente da paso a una reprimenda por parte del director de ese hospital, el doctor Harvey (Charles Trowbridge), quien cuestiona sus métodos de investigación y además que haya generado tanto revuelo por un procedimiento que está en pañales y no puede considerarse todavía una cura apta para ser aplicada en todos los pacientes. En consecuencia, lo aparta de su propio proyecto hasta que un grupo de especialistas independientes verifique sus resultados y lo envía de vacaciones obligatorias hasta que todo se solucione.


Tim Mason no ideó esta técnica por sí solo. En realidad se ha basado en lo poco que pudo rescatar de la obra del doctor Leon Kravaal (Boris Karloff), un científico solitario que trabajaba en Silver Lake, un apartado lugar cerca de la frontera con Canadá, y quien desapareció en misteriosas circunstancias diez años atrás. La ocasión es propicia para emprender junto a su novia, la enfermera Judith Blair (Jo Ann Sayers), el viaje a la isla en donde trabajó el doctor Kravaal para ver si dejó allí algún diario o más datos acerca de los procedimientos que realizaba.


A su llegada a Silver Lake y tras manifestar su intención de visitar la isla de Leon Kravaal, le advierten que lo mejor es que no vaya a ese lugar puesto que hace diez años Kravaal junto a otros cuatro lugareños partieron rumbo a la isla y jamás se volvió a saber de ellos, simplemente se esfumaron, solo quedó el bote en el que viajaron. Pero habiendo llegado hasta allí Tim Mason desestimó las advertencias y decidió mantenerse apegado al plan inicial e inspeccionar las instalaciones en donde trabajó su admirado científico.


Son recibidos por una vivienda de aspecto desolado como es de esperarse de una vieja casa que ha estado abandonada durante una década. La fortuna que suele propiciar favorables coincidencias en el mundo del cine hace que Judy pise una zona del piso donde la madera estaba podrida y cae a un sótano secreto, hacia donde la sigue su prometido y empiezan a descender hacia otra habitación oculta. Allí se topa con un esqueleto y un segundo laboratorio, por lo visto el lugar donde Kravaal realizaba sus experimentos más importantes y controversiales; pero la mayor sorpresa la encontrarían detrás de una pesada puerta de hierro: cinco hombres congelados bajo gruesas capas de hielo.


Tomando en cuenta la clase de trabajo por el que saltó a la fama Kravaal, Mason decide aplicar el protocolo de reanimación que él conoce y recibe la grata recompensa de ver despertar al doctor Kravaal. Asombrado tras enterarse de que han transcurrido diez años desde aquella fatídica tarde, se dispone a relatarle los acontecimientos que lo llevaron a terminar congelado junto a los otros cuatro hombres.


De ese modo descubrimos que bajo el cuidado del doctor Kravaal se encontraba Jasper Adams, un hombre que padecía cáncer terminal y que había sido desahuciado por los médicos. Acudió a Kravaal como su última esperanza y empezó a someterse a esta terapia de congelación. No obstante, ante la ausencia permanente de Jasper Adams, su sobrino, Bob Adams (Stanley Brown), sospecha que ha sido asesinado por un hombre al que considera un charlatán y lo denuncia ante las autoridades seguro de que Kravaal esconde un plan para adueñarse de la fortuna de su tío.


Cuando el fiscal de distrito (John Dilson) le informa de su inminente detención tras no poder dar una respuesta satisfactoria sobre el paradero de Jasper Adams, Kravaal negocia y accede a llevarlo a su laboratorio para que comprueben que el paciente sigue con vida. Como era de esperarse hay una discrepancia entre lo que Kravaal y los demás consideran estar con vida, y al ver a Jasper Adams congelado vuelven a su plan inicial de ponerlo tras las rejas por homicidio.


En un último recurso desesperado, Kravaal consigue mezclar distintos venenos para amedrentar a sus detractores, pero estos al intentar someterlo solo consiguen que el líquido se derrame y todos deban encerrarse en la cámara de hielo para no continuar inhalando el veneno. Lo que nos lleva de nuevo al presente...


Si bien es una película de apenas 74 minutos de duración, todo esto que les he contado ocupa solo la mitad de la historia. Al ver que su cuerpo había resistido diez años de congelamiento sin sufrir ningún daño aparente, concluyó que eso solo pudo ser posible gracias a la inhalación de aquellos vapores venenosos. Ahora el problema es recrear la receta original en sus proporciones exactas y para verificar los resultados necesitará conejillos de Indias humanos, por suerte cuenta con varios especímenes a su disposición.


Película disponible en DVD con buena calidad de imagen y sonido, además que hay subtítulos disponibles en nuestro idioma. Totalmente recomendable para los fans de Boris Karloff y en general de las películas de ciencia ficción de esos años.


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