Hay películas de bajo presupuesto que a mi modo de ver fallan porque sus creadores intentan hacer algo demasiado elaborado y al final no obtienen ni una película seria ni tampoco una divertida gracias a las actuaciones poco creíbles y los efectos exagerados.
Dentro de su categoría, Weenie Roast Massacre está muy bien lograda, cuenta con un decente trabajo de cámara y un buen audio. Se nota que dentro de las limitaciones financieras con las que habrá podido toparse su responsable, John F. Kerr, él consiguió darle el mejor acabado posible al producto. No obstante yo sabía que algo estaba mal cuando días antes de sentarme a verla pasé rápidamente por puntos al azar del video y siempre veía gente hablando, nada de vísceras y sangre.
La historia es la siguiente: la estrella del equipo de fútbol americano local sufre una delicada lesión en la cabeza que lo obliga a abandonar su carrera deportiva y lo deja bastante limitado en su vida cotidiana, supeditado a tomar medicamentos que controlen sus alucinaciones y delirios paranoicos. ¿Qué sucede después? Pues de camino a un fin de semana en el bosque junto a todos los amigos del lugar para disfrutar de una tradicional parrillada, a su mejor amigo no se le ocurre mejor cosa que decirle olvide las medicinas, que aproveche para disfrutar y beba unas cervezas. Total, ¿qué podría suceder por un par de días sin tomar su medicación?
Aunque claro, en un buen giro del guión, después descubrimos que este amigo tiene problemas de manejo de ira y quizás simplemente esté intentando conseguir un chivo expiatorio en caso de que las cosas se salgan de control. Es más, hasta el final de la cinta no descubrimos la identidad de la persona llevando a cabo los asesinatos. Sin ser nada del otro mundo, se supo jugar con la intriga y el suspenso en torno a ese elemento.
Así avanza lentamente la historia, hasta que de pronto comienzan las muertes con el asesinato de quien fuera el entrenador de estos muchachos mientras pertenecieron al equipo de fútbol americano.
Y tras el primer homicidio entra en escena el reportero estrella dispuesto a hacer el reportaje de su vida, ese que le permita abandonar el canal de poca monta donde trabajo y codearse con los grandes.
Muy realista el noticiero, ¿eh?
El desarrollo de la trama mejora su ritmo justo en el momento que deciden jugar al Escondite para pasar el rato y seguir bebiendo cerveza. Mejora porque es allí cuando muere todo el mundo y es algo que se tenían bien merecido por haber hablando tanto durante toda la película.
El hacha nunca defrauda
A esta tipa la matan casi por el simple hecho de ser fea, pero no podía dejar de incluirla en esta reseña tras guardar esta captura de pantalla.
Hablaba en serio, la matan:
Weenie Roast Massacre no es una gran película, pero pudiera interesarle a los amantes del cine de terror amateur. El trailer debería dejarles más señas sobre la película:
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