Espero no ser el único que haya bajado una película influenciado principalmente por su afiche, pero ese fue mi caso con Bloodthirsty Butchers. Eso y comprobar si Andy Milligan mantenía el mismo nivel que le noté en Blood.
El bueno de Andy Milligan no me decepcionó, ¿o sí lo hizo? El punto es que me quedó claro que lo realizado en Blood no fue flor de un día, ya que en este trabajo previo noté nuevamente esos detalles tan característicos de este director y guionista.
La película entera es un despropósito y una oda al cine Z, desde la ropa y el maquillaje de los actores hasta las subtramas de sexo y violencia que hay entre varios personajes. Como buena joya de este género, todas las escenas parecieran estar filmadas en una o dos tomas solamente, había que aprovechar los recursos al máximo.
La historia se desarrolla en algún lugar de Inglaterra en una época no determinada, donde el legendario Sweeney Todd en compañía de su psicópata amiga, una pastelera local famosa por sus pasteles de carne, se dedican a completar sus ingresos del mes robando y descuartizando a los clientes más pudientes.
Aunque los 80 minutos de absurdo valen la pena por el simple detalle de este pastel:
Realmente toda una must see.
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