Sin rodeos estimados lectores, nos encontramos ante una película de los años '70 sobre el temible Pie Grande, la cual posee una puntuación de 1,4/10 en IMDb, la protagoniza John Carradine en compañía de unos pandilleros motorizados y tiene por afiche una representación de cómo la visualizó Robert Slatzer, su director, mas no cómo es realmente la película.
A un apartado pueblo sureño de los Estados Unidos llega John Carradine en plan de vendedor viajero junto a su fiel compañero de viajes, John Mitchum (hermano menor, en edad y fama, de Robert Mitchum). Simultáneamente, un grupo de jóvenes en moto se dirige al mismo lugar a pasar un fin de semana de sano esparcimiento disfrutando de la naturaleza. De dicho grupo se separa una pareja con intenciones de disfrutar de algo más que la naturaleza, y mientras están en eso, descubren lo que pareciera ser la tumba de un ejemplar de estos pie grandes.
Al galán no se le ocurre mejor cosa que profanar el sepulcro y eso es algo que está mal visto en todas las culturas, incluso entre eslabones perdidos. Así que al lugar llega uno de los amigos del difunto y arremete contra la pareja.
Pero todo ese dolor del Pie Grande es una farsa, porque en realidad lo que hace es llevarse a la mujer y deja al tipo inconsciente en el lugar. ¿Cuáles son sus verdaderas intenciones? Pues aparearse ni más ni menos, y como son dos de ellos, hacía falta una segunda mujer. A la primera la capturan empezando la película luego de tener que saltar de la avioneta en la que viajaba.
En ese momento discuten acerca de eslabones perdidos y la teoría de la evolución. No, en serio.
Parece que el problema radica en que en esa especie hay escasez de hembras y no les queda más remedio que recurrir a ejemplares humanos. Aunque eso trae como consecuencia la inevitable pérdida de la pureza racial.
Mientras todo eso sucede, John Carradine continúa en la bodega del pueblo echando el cuento de todas las maravillas que vende, es allí cuando llega al lugar el novio de la fulana secuestrada e intenta comunicarse con el despacho del sheriff para poner la denuncia de su desaparición. Como se podrán imaginar, las autoridades se ríen de su historia y queda sólo contra la adversidad. Rectifico, sólo no, los dos vendedores le creen y, atraídos por la posible fama y fortuna, emprenden la cacería junto a él.
Y con ustedes... ¡Los tres chiflados!
Los últimos minutos son una locura, casi no se entiende lo que sucede y sólo queda reírse con las explosiones y las promesas que Carradine le hace a la rubia garantizándole que la convertirá en una estrella del mundo del espectáculo gracias simplemente a sus vivencias mientras estuvo cautiva por esas criaturas.
Más allá de todo este despliegue de entretenimiento que hay en Bigfoot, deben estar atentos a dos cosas:
- La escena en donde la rubia empieza a experimentar fallos mecánicos en su avioneta. Sólo hay una toma cerrada de la cabina mientras se mece la aeronave; resulta muy evidente que estaban en tierra con varias personas moviendo el aparato y nada más.
- Uno de mis favoritos en este tipo de cine. Cuando Carradine y los jóvenes se dirigen al pueblo, se pasa del día la noche con pasmosa facilidad, si no se trata del error de siempre entonces la camioneta de Carradine era más lenta que el caballo del malo.
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