Películas B

Las producciones más geniales del séptimo arte

Hoy nuevamente nos toca hablar de una película mexicana y el honor le corresponde a una película del gran Santo, a quién no teníamos en este blog desde hace cuatro años cuando reseñamos Santo vs. El Estrangulador. Al igual que en aquella oportunidad dirige nuevamente René Cardona, un nombre que se está haciendo habitual acá luego que el mes pasado reseñáramos Vacaciones de terror, dirigida por su nieto.


Los seguidores de Santo bien saben que este aguerrido enmascarado no conocía límites y se desempeñaba exitosamente en todo tipo de roles. Santo en El tesoro de Drácula nos lo presenta como un físico nuclear que anuncia una atrevida teoría según la cual sería posible viajar en el tiempo descomponiendo en partículas el cuerpo del sujeto. Sus colegas no dudan ni un instante en ridiculizarlo, pero su amada Luisa (Noelia Noel), hija de su colega el doctor César Sepúlveda (Carlos Agostí), se ofrece como voluntaria para el experimento y así darle a Santo la evidencia que necesita. En cierto modo este punto de partida me recuerda a la regresión que Eduardo Almada (Ramón Gay) le hizo a su prometida en La momia azteca una década antes.


Esta máquina creada por el propio Santo transporta a Luisa a una época que pareciera situarse a finales del siglo XIX y en donde ella es hija de un tal profesor Soler (Jorge Mondragón), quien ha llamado a su viejo amigo el profesor Van Roth (Fernando Mendoza) con el fin de que examine a su hija por el terrible malestar que la aqueja. Un malestar que empezó en la mañana que despertó con dos curiosas marcas en el cuello.


En ese lugar hay un misterioso conde que pareciera estar obsesionado con Luisa, el nombre de este noble extranjero es Alucard (Aldo Monti). ¿Entendieron? ¿No? No importa, el profesor Van Roth se los explicará con la ayuda de un espejo:

Drácula siempre tan astuto.

El profesor Van Roth es todo un experto en estos temas vampíricos y gracias a un sabueso da con la cripta del conde Drácula, para luego clavar una estaca en su pecho y así impedir que pueda causar más daño. En el ataúd contiguo Van Roth y Soler descubren a Luisa, pero justo antes de que los cazavampiros repitan en ella el mismo procedimiento, Santo consigue llevarla de vuelta a 1969. Quizás se estén preguntando cómo sabía Santo que la vida de Luisa corría peligro. Pues la explicación es muy sencilla, esta tecnología es tan avanzada que incluye un monitor a través del cual se puede ver el pasado incluso si la persona que viajó no se encuentra en escena. Maravilloso.


Al conde le llega su trágico final cuando la película no ha consumido tan siquiera la mitad del metraje, pero es que todavía hay espacio para mucho en el presente. Santo desea que Luisa los guíe hasta el sitio en donde moraba el vampiro para adueñarse de su medallón y su anillo, objetos claves para descubrir el lugar donde está escondido el tesoro de Drácula. No piensen mal, Santo planea usar la riqueza del vampiro para distribuirla entre los pobres; sin embargo, hay un misterioso encapuchado que los ha estado siguiendo y sus intenciones no son para nada nobles.


Un capricho del destino (o del guionista Alfredo Salazar) hace que el grupo de Santo se apodere del medallón y que sean los malos quienes se lleven el anillo. Solo hay una forma de solucionar esto y es organizando un combate entre Santo y Atlas, hijo del villano de la capucha negra, a 2 de 3 caídas, sin límite de tiempo.


Luisa llevaba rato diciendo que tenía un mal presentimiento respecto a lo que estaban haciendo y es que la profanación de tumbas nunca ha sido cosa buena. Drácula despierta de su letargo y emprende una venganza contra aquellos que ultrajaron su lugar de reposo, además de retomar la unión con Luisa que años atrás fue interrumpida por el hábil Van Roth. La ocasión es propicia para observarlo en vuelo en forma de murciélago.


Sin duda que se trata de una producción con un ínfimo presupuesto y a pesar de haber sido rodada casi en 1970 guarda más parecido con las películas estadounidenses de ciencia ficción de los años '50, a lo que contribuye la decisión de realizarla en blanco y negro; pero de todas maneras Santo en El tesoro de Drácula es un largometraje que no los defraudará si les gustan las películas de este peculiar subgénero que combina a los luchadores, el terror y la ciencia ficción.

Como curiosidad, esta película tiene una versión a color y softcore comercializada bajo el título de "El vampiro y el sexo"; más simpático todavía es el título en italiano: "Vita sessuale di un vampiro". Nos despedimos con una comparación de la misma escena en la versión aquí reseñada y la erótica. Esta última se encuentra disponible en YouTube con una calidad bastante aceptable: youtu.be/KUgcCt1WTz8.


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