El día de hoy toca hablar de uno de los clásicos del cine de bajo presupuesto, Monster a-Go Go, película dirigida originalmente por Bill Rebane y finalizada unos años después por Herschell Gordon Lewis.
Actualmente ocupa el cuarto lugar en la lista de las 100 peores películas de IMDb con 1,4/10; no sabría decir qué tan justo sea ese "honor", puesto que la película no me parece peor que por ejemplo Curse of the Stone Hand u Orgy of the Dead por citar dos reseñas recientes, pero lo que sí no puedo negar es que la película es soporífera.
Con ese poster y tras unos minutos iniciales bastante decentes, yo lo más que esperaba era la típica historia de ciencia ficción con peligrosos experimentos y resultados fuera de control que degenerara en comedia una vez que el monstruo se infiltrara en un baile de adolescentes. Habiendo visto la película creo que eso hasta hubiese sido mejor idea que el camino que finalmente tomó Monster a-Go Go.
El punto de partida es bastante sencillo y con potencial considerando la época en que fue filmada, un astronauta regresa de una misión espacial convertido en un gigante con instintos asesinos por culpa de la radiactividad.
Lo malo es que el monstruo prácticamente no aparece en pantalla, al punto de que son contados los instantes en donde puede apreciarse con claridad y el empecinamiento de Rebane por tener un monstruo de 3 metros de altura hizo que todas esas escenas están rodadas con un peculiar ángulo que permitiera al actor lucir más alto de lo que en realidad era.
Un detalle curioso respecto al monstruo es un error de continuidad cerca del final de la película, en donde la criatura de buenas a primeras ha perdido las quemaduras que la radiación había causado en su rostro.
Lo que me lleva de forma obligada a hablar del equipo maquillaje, el cual dudo que tan siquiera haya existido. Para muestra la siguiente imagen, la cual corresponde a un momento en donde uno de los investigadores dice con voz solemne: "Jamás había visto algo así", al tiempo que nosotros los espectadores debemos conformarnos con un simple cadáver. Por lo visto todo el dinero destinado al maquillaje lo gastaron poniéndole acné a la cara del astronauta.
Y el tema de la escasez de recursos me servirá para tocar otro aspecto importante de Monster a-Go Go. Como ya comenté al inicio, la película sufrió un cambio en la dirección; Bill Rebane había comenzado el rodaje en 1961, pero tuvo que suspenderlo indefinidamente cuando se agotaron los recursos económicos. Allí es donde entra en escena Herschell Gordon Lewis, quien compró la producción incompleta a Rebane y la finalizó para estrenarla en 1965 junto a otra obra suya llamada Moonshine Mountain.
Supongo que lo anterior vendría a justificar que la segunda mitad de la película luzca distinta. Lo que apuntaba en un principio a ser la típica historia del monstruo aterrorizando a los ciudadanos indefensos se convirtió en un despliegue científico-militar para dar caza a este misterioso ser, en donde abundan los diálogos vacíos y con un desenlace que no llega a nada en concreto.
Trailer:
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